Según diversos estudios Suecia se encuentra a la cabeza en conciencia ecológica. El 70% de sus ciudadanos está a favor de reducir su nivel de vida para poder contribuir a mejorar el medio ambiente.
Valores como la ecología y la salud son los más respetados dentro de la sociedad sueca y esto se ve reflejado en los hábitos de consumo alimentario donde ha aumentado en un 35% la venta de productos ecológicos.
Por ello, no nos sorprende nada que estén tan avanzados en temas de medio ambiente y hayan creado un autobús que se alimenta de aguas residuales.
De 15 a 20 días las aguas residuales de la ciudad y también la grasa de los restaurantes son clasificadas y vertidas en piletas para que puedan fermentar y ser convertidas en biogás para luego inyectarse en los tanques de los autobuses.
Más de 850.000 m3 se reciclan todos los años para proporcionar calefacción, “se dio la prioridad a los omnibus”, explica Andreas Carlsson, ingeniero de la planta.“Es una gran inversión, una planta de biogás. Sin contar las tuberías posibles. Hay mucha infraestructura para construir”, comenta Jean-Pierre Farandou, jefe de Keolis, el operador francés responsable de la operación de algunos de los autobuses.
El 36% de la flota de transporte de Estocolmo funciona de esta manera, con biogás. Este gas es un combustible fósil que emite carbono pero bastante menos que otros.
Gracias a la iniciativa sueca de permitir inyectar biogás en los tanques de los autobuses reducen, de manera considerable, el efecto invernadero que producen estos gases. Medidas inteligentes y verdaderamente efectivas que hacen que tengamos conciencia del mundo en el que vivimos y crean de la política un servicio de gran valor tanto para la ciudadanía como para el planeta.
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