El fotógrafo sueco-argentino que grabó su propia muerte

La intendente de Santiago, Carolina Tohá, encabezó hoy un acto de homenaje por los 40 años de la muerte del corresponsal argentino-sueco Leonardo Henrichsen, quien grabó su propio asesinato durante el llamado «tanquetazo» del 29 de junio de 1973, meses antes del comienzo de la dictadura en Chile.

Henrichsen trabajaba para Radio y TV Suecia, fue asesinado en pleno centro de Santiago por el cabo Héctor Bustamante Gómez, según la información que dio a conocer 30 años el periodista y ex consejero del Colegio de Periodistas Ernesto Carmona.

El militar disparó primero con un revólver y luego ordenó a sus subordinados que tiraran con sus fusiles. Una bala atravesó el cuello del camarógrafo, que murió al llegar al hospital.

Según la justicia chilena, Henrichsen fue catalogado como víctima de derechos humanos de segunda clase, desestimando la chance de que sea considerado crimen de lesa humanidad, porque ocurrió antes del golpe militar del 11 de septiembre de 1973.

La jueza Rommy Rutheford, del segundo juzgado del crimen de Santiago, falló en 2006 que el homicidio había prescrito. Tampoco prosperó un recurso ante la Corte Suprema de Justicia.

En 2007, la Corte de Apelaciones de Santiago encomendó al ministro Jorge Zepeda Arancibia investigar los asesinatos de Henrichsen y la suerte de otros tres ciudadanos argentinos desaparecidos tras el golpe (Oscar Héctor Bugallo Celuzi, Miguel Ángel Lacorte y Héctor Garzán Morillo), diligencia judicial que formalmente aún sigue en curso.

El periodista Ernesto Carmona contó al diario Cambio 21 que, poco tiempo antes de la muerte del soldado que asesinó a Henrichsen, recibió amenazas de muerte por revelar el nombre del entonces cabo segundo.

El asesino del camarógrafo, Bustamente, falleció de una neumonía asociada al cáncer pulmonar que padecía, el 18 de diciembre de 2007, sin ser juzgado y en completa impunidad.

La intendente chilena agregó que «siempre en esta sociedad se trata de aprender de las cosas horribles que pasaron después del golpe y no repetirlas, pero quizás más útil hubiera sido aprender de lo que pasó antes, para poder detener lo que después sucedió»

 

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