
Estocolmo, 28 de febrero de 1986. El entonces primer ministro sueco Olof Palme sale del cine junto a su mujer Lisbet. Un hombre alto se le acerca por la espalda, le toca el hombro y le dispara. Se vuelve hacia la esposa y la dispara también, aunque sólo la hiere. El presidente no tuvo tanta suerte. El país escandinavo se conmocionó ante un magnicidio que, camino de los 30 años después, sigue sin esclarecerse. Las teorías sobre su asesinato son muchas pero ninguna concluyente: desde unasesino solitario hasta espías sudafricanos o la Fracción del Ejército Rojo alemán. Suecia cambió la legislación en 2010 para que el crimen no prescribiera y pudiese seguir la investigación criminal.
La teoría más extendida gira en torno a Christer Pettersson, un delincuente común y toxicómano que fue detenido dos años después del asesinato del líder del Partido Socialdemócrata. Lisbet le identificó en una rueda de reconocimiento, pero su testimonio levantó dudas. Aunque fue condenado a cadena perpetua, Pettersson fue absuelto en la apelación por falta de pruebas: nunca se encontró el arma homicida y no tenía un móvil claro.
La teoría que apunta al CCB, el servicio secreto sudafricano, parte de las críticas de Palme al régimen del apartheid. Pocos días antes había llegado a hacer un discurso incendiario en el Parlamento sueco. Los investigadores del caso llegaron a viajar en 1996 al país africano, después de que Dirk Coetzee, el capitán que dirigió los «escuadrones de la muerte» de Sudáfrica, apuntase como asesino a Antonhy White, de los servicios de seguridad sudafricanos. Sin embargo, nada pudo probarse.
En otra de las pistas seguidas por los investigadores, llegó a arrestarse aVictor Gunnarsson, un ultraderecha sueco. Pero tampoco se consiguieron pruebas concluyentes contra él.
Hace tan sólo un año, la muerte de la multimillonaria Eva Rausing, residente en Reino Unido y esposa del heredero del imperio Tetra Pak,reveló nuevas informaciones que contenía en su ordenador y una nueva teoría. El escritor sueco Gunnar Wall, autor de dos libros sobre el Palme, contó a «The Guardian» que Rausing se puso en contacto con él y le contó que el responsable del asesinato fue un empresario que temía que el entonces Primer Ministro fuera una amenaza para sus intereses. Aun así, el asesinato sigue sin resolverse.